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El 25 de agosto, unos 40 miembros de las iglesias de Yeongcheon y Haynag, Provincia de Gyeongbuk, practicaron el amor al prójimo en un campo de frutas.
El propietario del campo de frutas no tenía buena salud y no podía cosechar las frutas aunque ya estaban bien maduras. Cuando los miembros de la iglesia ingresaron al viñedo con ropa de trabajo, guantes y gorras, el agricultor los recibió alegremente. Él dijo que había cultivado no solo uvas sino también peras y pimientos, y que la cosecha de pimientos era más urgente que la de uvas. Los voluntarios le prometieron gustosamente ayudar también con la cosecha de pimientos.
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Yeongcheon es famoso por las uvas. Los campos estaban llenos de vides con ramas cargadas de buenas uvas. Al observar las uvas maravilladas, los voluntarios se decidieron a cosecharlas con diligencia y cuidado.
Para trabajar con más eficiencia, tres voluntarios formaron un grupo y se apresuraron a cosechar las uvas para cosechar también los pimientos. Para la cosecha de las uvas, necesitaron distinguir entre las muy maduras con un color casi negro y las de color púrpura que necesitan recibir más luz del sol. Las uvas seleccionadas tienen algunas características: primero, el tamaño individual de la uva debe ser grande, el color negro y el sabor muy dulce. Los voluntarios cosecharon cuidadosamente para no dañar su alta calidad.
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Después de juntar las uvas, las clasificaron en tres grados de acuerdo su espesor, color y grado de rotura. El primer grado es el más fino sin defecto, el segundo grado es de los que tienen una pequeña rotura y un tamaño más pequeño, y las de tercer grado son las que estaban muy aplastadas. Aunque cada caja pesaba 5 kg, la calidad era definitivamente diferente.
Mientras clasificaban las uvas, otros voluntarios estaban cosechando los pimientos. A veces levantando los pimientos caídos por el tifón, juntaron los pimientos rojos y maduros. La recolección de los pimientos rojos fue un trabajo difícil porque encorvaban el cuerpo, pero el viento fresco y las nubes lo hicieron más fácil.
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El propietario del campo que había estado muy preocupado por la cosecha, sonrió amablemente ya que los voluntarios terminaron el trabajo en poco tiempo, y hasta agradeció a Dios: “No puedo expresar completamente mi aprecio por haber hecho la obra que toma dos semanas en un solo día. Todo esto es gracias a Dios”. Los vecinos del agricultor también los elogiaron por haber hecho el trabajo de otros con más fuerza, como si fuera su propio trabajo. Uno de ellos dijo: “Me gustaría ir a la Iglesia de Dios aunque no he creído en Dios hasta ahora”.
El corazón de todos los voluntarios se llenó de satisfacción aunque la obra era difícil. Ellos estaban decididos a ser buenos frutos como las uvas y los pimientos que luchan contra el calor y la tormenta de este verano y que agradan a los agricultores.
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