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Salvemos al mundo con un corazón agradecido a Dios por su gracia de expiación

  • Страна | Corea
  • Дата | 09 октября 2008
ⓒ 2008 WATV
Se celebró la gran asamblea del día de expiación, el 9 de octubre (10 del séptimo mes según el calendario sagrado), el 10mo. día desde la fiesta de las trompetas.

El día de expiación es el día en que Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas de los diez mandamientos dados por segunda vez después de que Dios perdonara a los israelitas los pecados de adorar a los becerros de oro en la época del Éxodo. En la época del Antiguo Testamento, el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo una vez al año y presentaba la ofrenda para expiación del pueblo con dos machos cabríos. Luego, echaba suertes sobre los dos machos cabríos; una suerte por Dios, y otra suerte por Azazel. El macho cabrío sobre el cual caía la suerte por Azazel, lo presentaba vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto. Esto nos muestra que todos nuestros pecados llevados por Cristo serán entregados a Satanás, el diablo; este es el principio del perdón de pecados a través de este día de expiación.

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En este día, la Madre celestial recibió las oraciones ansiosas de sus hijos, y dando gracias al Padre celestial por perdonar a sus hijos de todos sus pecados y rebeliones en el cielo y en la tierra, oró con ansiedad para que todos sus hijos pudieran renacer con un limpio espíritu y con una nueva fe, para que así todos participaran en la historia del Espíritu Santo predicando las buenas nuevas de la salvación al mundo entero.

El Primer Pastor nos hizo recordar el gran amor del Padre y de la Madre celestiales quienes se han sacrificado como la realidad de la ofrenda de expiación para perdonarnos, y enfatizó que quien se arrepiente verdaderamente, no pecará nuevamente, acordándose siempre de esa gracia de expiación. Y luego dijo que todos fuéramos grandes profetas que hagan arrepentirse al mundo entero y lo salven, siempre dando gracias a Dios y grabando en el corazón el gran sacrificio y la voluntad de Dios, desechando del corazón la arrogancia y obstinación.

Después de concluir el culto, la Madre, que nos dio la esperanza celestial, nos dijo que prediquemos diligentemente la noticia del cielo, el mensaje de la eterna felicidad, a toda la humanidad que está desesperada en esta época de las plagas, y nos bendijo para que podamos llevar abundantes frutos.